El jue, 14-10-2010 a las 14:51 +0200, Karl García Gestido escribió:
Es una manía quitarle el mérito a quien tanto hizo en ese rescate y adjudicárselo a Dios, la Providencia, la Suerte o cualquier otra sandez... creo que los del equipo de rescate deberían haberse ido a tomar cañas y dejar al Destino a su ritmo.... xddd bueno, habrían muerto antes o después, pero sería por la Providencia xdddd
¡Y qué manía de algunos de querer ridiculizar las creencias de otros!
Pues la idea de dar gracias a Dios no implica cruzarse de brazos y
esperar que Dios actúe, sino confiar en que los esfuerzos que uno haga
sean orientados con ayuda de Dios, sin esperar necesariamente la
realización de hechos espectaculares ni milagrosos ni nada por el
estilo.
Otra cosa a considerar es que *nadie* es ateo o agnóstico. Aquellas
personas que lo alegan en el fondo rinden culto al hombre o
específicamente a sí mismos y a su propio intelecto como fuente de
iluminación y verdad. Ni siquiera son escépticos que den lugar a la
duda, sino que son personas convencidas que la verdad procede de sí
mismos, con la cual son capaces de demostrar el error de toda otra idea
que se oponga a la propia.
Personalmente no me extraña el autodeísmo de muchas personas en la
actualidad, basta mirar los tristes espectáculos que han ofrecido las
principales religiones del mundo para entenderlo... guerras mundiales en
el seno de naciones llamadas cristianas, instituciones religiosas
plagadas de actos vergonzosos e infames como la pedofilia, con un pasado
lleno de actos de increíble crueldad e inhumanidad contra personas
inocentes, como en el caso de la inquisición, la partición de activistas
religiosos en actos terroristas sanguinarios, etc, etc, etc.
Yo entiendo perfectamente la razón del rechazo de tanta gente a todo lo
que huela a religiosidad, pues lamentablemente se piensa que estas
grandes organizaciones que *hablan* de Dios son un reflejo de lo que
Dios mismo es ... o sea, una farsa. Sin embargo no es así, no sólo
porque van contra todo lo que Dios mismo es realmente, sino porque se
arrogan Su representación, la cual nunca han tenido.
Lamentablemente todo esto a dañado mucho la percepción acerca de Dios
que pudiera formarse alguien, pues casi siempre está «modulada» por la
mala imagen de estos farsantes que dicen representarle.
No extraña entonces que el filósofo Karl Marx llamara a la religión «el
opio del pueblo», porque todo esto que les he mencionado no sólo es el
opio del pueblo, sino la venda sobre los ojos de la gente, pues van como
«ciegos» a la verdad acerca de Dios. Por eso los excesos en los cultos
religiosos y todas aquellas prácticas que causan rechazo y algunas veces
indignación, burlas, etc., cuando uno ve todo aquello.
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Mauricio J. Adonis C.