¿A que viene todo esto en una lista de linux? ¿Hay que empezar a realizar una gran lista negra y empezar a repartir hostias a los grises de la lista? De momento mantendré mi postura pacifista. PD: Ya que trato con ignorantes debo recalcar que a la referencia: "Creíamos que después de Múnich, los dirigentes políticos demócratas ......." te deberias referir a lo de Berlín, infórmate un poco. Al menos los politicos socialistas españoles no se van de putas con los fondos públicos (véase caso Islas Baleares).. Recalco: Perdon a todos los listeros por mi exaltación y espero que no me tengais en cuenta esta furia mal desenfrenada. Pido de nuevo perdón a todos (menos a uno): El Sábado, 2 de Octubre de 2004 07:02, Daniel Rincón Prada escribió:
Tu Ignario eres tonto, y eso no me cabe ninguna duda, eres el más idiota que he visto en mi vida, vamos ¿que particpaba con otro nombre? ¿algun colistero? tu eres tonto o te lo haces, o eres un actor que personifica perfectamente la tontería que tieenes.
No olvidemos que tu fuiste el hijo de puta que me mandabas copia eterna a la lista y no olvidemos que por ti a poco se desestabiliza esta cuenta y no olvidemos que el único terrorista que ha habido en esta lista y enfermo has sido tu, chavalote y yo creo que lo que digo lo digo con causa, que no fui yo el que te llenaba el correo de spam ¿eh? eh? te acueras ese era también mi nombre...
Yo creo que impresentables de este calibre lo único que hacen es ensuciar esta lista, pero eso sí, no dira nada este idiota de gmail, ¿qué coño lo va a decir? el de gmail es sociata...
Agur,
Daniel Rincón Prada
Ignacio Gei escribió:
Amigos. Varias veces me he preguntado si Daniel Rincon Prada en un enfermo o un provocador. Progresivamente me voy inclinando por la segunda opción. Y, asumiendo esta segunda opcion, me pregunto si, como provocador, será una sola persona o un equipo destinado a generar conflictos en las listas de intercambio de software libre (no olvidemos que según las afirmaciones anteriores de algún colistero, antes participaba con otro nombre). De cualquier manera, creo que la única opción que nos deja es ignorarlo total y definitivamente.. Saludos cordiales Ignacio Gei
----- Original Message ----- From: "Daniel Rincón Prada"
To: "Lista SuSE" ; Sent: Friday, October 01, 2004 12:24 AM Subject: [suse-linux-s] Jimmy Zapatero * Jimmy Zapatero
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* José María CARRASCAL * Jimmy Carter tiene el dudoso honor de haber pasado a la historia como una excelente persona y un desastroso presidente. Tan desastroso que a punto estuvo de convertir Estados Unidos en una potencia de segundo orden. Todo en él eran buenas intenciones, nada, decisiones correctas. Confundió la Casa Blanca con un púlpito y la labor de gobierno, con la de apostolado. Para que se hagan una idea de su forma de gobernar basta una muestra. Cuando se preparaba la operación de rescate de los rehenes en la embajada norteamericana en Teherán, el presidente quiso saber primero si los guardianes del edificio eran «reclutas o voluntarios». Pues de ser reclutas, no podía moralmente matárseles. Ni qué decir tiene que la misión fue un completo fracaso, como casi todo lo que se emprendió durante aquellos cuatro años. Con esta filosofía, nada de extraño que se le subiesen a las barbas grandes y pequeños y recibiera bofetadas de diestro y siniestro. Bofetadas que él aguantaba con beatífica sonrisa, siguiendo la máxima evangélica de poner la otra mejilla. Con lo que puede ganarse el cielo, pero, desde luego, no la tierra. Los norteamericanos no estaban para ello y, cuando llegó el momento de la reelección, los cincuenta estados de la Unión, incluido el suyo, Georgia, le dieron la espalda, prefiriendo a Reagan. Por ciento que éste no tuvo necesidad de actuar contra los iraníes, ni siquiera de amenazarles por la felonía jurídico-política que habían cometido ocupando la embajada: le devolvieron los rehenes el mismo día que tomó posesión. El problema de Jimmy Carter es que se equivocó de profesión. Él era, y es, no un político, sino un predicador. Buscaba la verdad, la justicia, la hermandad entre los hombres. Más que gobernar el mundo, quería redimirlo. La política a ras de suelo, con su secuela de intereses, mentiras, zancadillas y puñaladas traperas no era que no le interesase, es que la despreciaba. Encontrándose a la postre que, tan interesado estaba en salvar las almas de sus conciudadanos, que estuvo a punto de que todos acabaran subyugados, no ya por los soviéticos, que alcanzaron por aquel entonces su hegemonía, sino por los seguidores de Jomeini y otros extremistas del tercer mundo, que hicieron su agosto en aquellos años. Aunque no frecuentes en la áspera arena política, no crean que este tipo de personajes es ajeno a ella. Se da, aquí y allá, tan vez por ese capricho o necesidad que tiene la naturaleza de compensación, en este caso, los malas leches que abundan en ella. Y miren ustedes por dónde, parece que a nosotros nos ha tocado ahora uno de ellos. Cada día que pasa, José Luis Rodríguez Zapatero se me parece más a Jimmy Carter en lo que dice y en lo que hace. Sus propuestas son de una ternura evangélica, como si en vez de tratar con hombres estuviera tratando con ángeles. Cuanto dice está muy bien, lo malo es que llevado a la práctica, se queda en nada. Su discurso es tan melifluo como cándidas sus acciones. Con el inconveniente de que, como le ocurrió a Carter, la candidez puede ser recompensada en el otro mundo con el cielo, pero en éste no recibe más que palos. «La guerra es mucho más fácil de ganar que la paz. La paz es la tarea», dijo nuestro presidente en la ONU. Excelsas palabras. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien nos declara la guerra? Pues no cabe la menor duda de que el fundamentalismo islámico ha declarado la guerra a Occidente, en general, sin distinguir entre norteamericanos y europeos, entre franceses e italianos, entre soldados y civiles, y ahí están para demostrarlo esas dos cooperantes italianas que habían ido a Iraq no a luchar, sino a ayudar al pueblo iraquí. Puede que a los cooperantes los terroristas les odien más que a los soldados de la coalición, pues representan, mejor que nadie, ese occidente al que temen por lo que le odian. ¿Qué remedio, qué actitud adopta Zapatero ante estos criminales? Pues la misma que adoptó Carter ante quienes contra toda ley y derecho habían asaltado su embajada: paciencia, diálogo, sonrisa y, a la postre, «una alianza de civilizaciones». Díganme ustedes qué civilización representan esos salvajes, que empiezan matando a los musulmanes que no se pliegan a su interpretación rigurosa del islam. ¡Ah!, me olvidaba del segundo de sus ungüentos milagrosos: «Corregir las grandes injusticias políticas y económicas que asolan el planeta». La vieja matraca progresista de que el terrorismo es producto de la pobreza imperante en el mundo. ¿No se han enterado de que Ben Laden es millonario y de que buena parte de los envueltos en el 11-S y el 11-M procedían de familias de la clase media, que en mundo musulmán es alta? En fin, para qué seguir. Creíamos que después de Múnich, los dirigentes políticos demócratas de todas las tendencias habían aprendido la lección de que frente a la agresión e incumplimiento de las normas no hay otra postura que la firmeza, ya que el apaciguamiento sólo conduce a más agresión y más violaciones. Pero está visto que el linaje de los cándidos, por usar el más benévolo de los calificativos, sigue ofreciéndonos curiosos ejemplares, para solaz de los bribones. Lo malo es cuando uno de ellos llega, por una de esas ventoleras de la vida, a ocupar la presidencia de una nación. Ya puede prepararse ésta, pues lo menos que puede pasarle, como al peregrino de Lourdes, es quedarse como está. Y para cerrar, nada más apropiado que aquel epigrama romano, que como todos los suyos ha resistido el paso de los siglos y de los hombres: «La mejor forma de mantener la paz es estar preparado para la guerra».
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